PANCHO VILLA

                                                                                           JOSÉ DOROTEO ARANGO A
"EN LA DIVISIÓN DEL NORTE,
 NO HAY COBARDES."


José Doroteo Arango Arámbula, también llamado Francisco Villa, nació en San Juan del Río, Durango, el año 1878 -muere en el Parral, Chihuahua, el año 1923.

Revolucionario mexicano que lideró, junto con Emiliano Zapata, el sector agrarista de la Revolución mexicana. 

Campesino pobre, huérfano y con escasa formación, cuando estalló la Revolución de 1910 llevaba muchos años fugitivo en las montañas a causa de un asesinato; dedicado al bandolerismo, gozaba de admiración y popularidad entre los campesinos por sus acciones contra los hacendados ricos.


Pancho Villa secunda de inmediato los planteamientos de Francisco I. Madero, que en su Plan de San Luis llamó a alzarse en armas, el 20 de noviembre de 1910, contra el régimen de Porfirio Díaz, prometiendo a los campesinos la devolución de las tierras injustamente arrebatadas durante la prolongada dictadura porfirista (1876-1911), que había reprimido duramente toda oposición política. Apodado el Centauro del Norte por sus correligionarios, Pancho Villa contribuyó con su ejército al rápido triunfo de la Revolución, que en apenas seis meses logró expulsar del poder y del país a Porfirio Díaz (1911).

Pese a la tibieza de sus reformas, Pancho Villa apoyó la presidencia progresista de Madero (1911-1913) y combatió luego la dictadura contrarrevolucionaria de Victoriano Huerta (1913-1914), al que logró derrocar en colaboración con Emiliano Zapata y con el líder constitucionalista Venustiano Carranza. Pero después de la victoria de esta segunda revolución, Villa y Zapata se sintieron defraudados por Carranza, y volvieron a tomar las armas, ahora contra él. Esta vez la suerte militar no estuvo de su parte: en 1915 el general carrancista Álvaro Obregón derrotó a los villistas, afianzando a Venustiano Carranza en la presidencia (1915-1920).
Pancho Villa nació en la hacienda de Río Grande, perteneciente al pueblo de San Juan del Río, en el estado mexicano de Durango, el 5 de junio de 1878. En realidad, el niño que nació en la hacienda de Río Grande se llamó Doroteo Arango.

Pancho Villa nacería más tarde, cuando Doroteo se echó al monte y la necesidad lo llevó a cambiarse de nombre. Su padre, Agustín Arango, murió pronto, y la herencia que recibió su hijo Doroteo consistió en ser el máximo responsable de su familia, compuesta por su madre y cuatro hermanos, dos varones y dos hembras. Desde niño tuvo que trabajar duro; jamás fue a la escuela y nunca nadie se ocupó de educarlo.
A los dieciséis años mató a un hombre. El hecho de haber cometido un asesinato no ponía fuera de la ley por mucho tiempo a un mexicano de 1894, aunque el matador fuera un "pelado" y la víctima un personaje relevante. Pero la vida en las montañas tampoco era fácil y había que robar para sobrevivir. Y ese delito se perseguía con dureza, sobre todo cuando un antiguo peón tenía la osadía de robar ganado a los hacendados ricos.
Doroteo Arango, a cuya cabeza se había puesto precio, cambió de nombre y adoptó el de Pancho Villa, un nombre como cualquier otro pero con alguna peculiaridad, pues, si bien hay muchos Panchos en México, el apellido era el que debería haberle correspondido si su abuelo Jesús Villa hubiera reconocido como legítimo a Agustín, su padre. Acababa de nacer Pancho Villa, un hombre con una legitimidad recuperada por la fuerza, que rápidamente se convirtió en un bandido generoso, en una especie de Robin Hood mexicano. 

Era el "amigo de los pobres", como recoge John Reed en su libro México insurgente; sus hazañas se difundían oralmente con rapidez y se convertían en letras de los corridos que se cantaban en las haciendas, las plazas y las cantinas.
Así las cosas, se le atribuían todo tipo de gestas o de delitos, según la óptica de cada cual, independientemente de su simultaneidad en el tiempo o de su distancia en el espacio. Hacia 1900 se estableció en el estado de Chihuahua, donde terratenientes y empresarios, al amparo de inicuas leyes, incrementaban sus grandes propiedades con nuevas y mejores tierras.
La Revolución mexicana
En el arranque de la Revolución mexicana confluyen las diversas fuerzas que había concitado en su contra la férrea dictadura de Porfirio Díaz, particularmente favorable a la oligarquía agraria, los privilegios de la Iglesia (interrumpida la dinámica reformista que había ensayado Benito Juárez) y las inversiones extranjeras.

La longeva dictadura de Díaz da nombre y fechas a todo un periodo de la historia de México: el Porfiriato (1876-1911), que tuvo en la pacificación del país y en el desarrollo económico sus vertientes positivas; en el extremo opuesto, incrementó brutalmente las desigualdades sociales (especialmente en el campo, a causa de una nefanda política agraria que puso las tierras en manos de grandes compañías y latifundistas) y eliminó toda posible disensión política, reduciendo las instituciones de la República a meras marionetas que el dictador manejaba a su antojo.
Por ello, y mientras paralelamente crecía la exasperación de las masas campesinas, el frente de oposición político centraba sus ataques contra la reelección presidencial. El Plan de San Luis incluía asimismo un llamamiento a alzarse en armas contra el dictador el 20 de noviembre de 1910. La presión a la que estaba sometida la sociedad mexicana estalló y se generalizaron los alzamientos. Madero, pese a sus vacilaciones, se convirtió en el aglutinador de la rebelión, y uno de sus hombres de confianza, Abraham González, invitó a sumarse a la rebelión a Pancho Villa, el "amigo de los pobres", de esos pobres que se habían levantado.
Enseguida Pancho Villa se unió a Madero en su lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz, y demostró una habilidad innata para la guerra. Aprovechando su conocimiento del terreno y de los campesinos, formó su propio ejército en el norte de México. Casi dos décadas en las montañas, burlando a todos los que le perseguían y desconfiando de aquellos que podían traicionarlo, fueron su escuela guerrillera. Para unos, Pancho Villa apoyó la causa revolucionaria para que quedaran olvidados sus delitos; para otros, lo hizo porque no podía dejar de luchar junto a los suyos. El hecho es que, después de todos esos años de bandolerismo, la fortuna de Villa ascendía a poco más de 350 pesos; mucho más valor tenían su carisma y su poder de convocatoria.
Las fuerzas de Villa contribuyeron al rápido triunfo del movimiento revolucionario. En solamente seis meses, pese a algunos fracasos iniciales, fue reducido el ejército del viejo dictador, que tras la decisiva toma de Ciudad Juárez hubo de renunciar a la presidencia y partir al exilio. Villa viajó a la capital con Madero, convertido ya en presidente efectivo (1911-1913). En Ciudad de México, con la esperanza de que se convirtiera en el respetable ciudadano Francisco Villa, Pancho Villa fue nombrado general honorario de la nueva fuerza de rurales.
La rebelión de Orozco
Sin embargo, la situación no estaba ni mucho menos consolidada. Al temor de una contrarrevolución conservadora había que sumar las exigencias de otros revolucionarios agraristas que habían apoyado a Madero: Emiliano Zapata, líder de la rebelión en el sur, y Pascual Orozco, protagonista con Pancho Villa de la toma de Ciudad Juárez. Frente a la prudencia y moderación reformista de Madero, ambos exigían la inmediata ejecución de la reforma agraria prometida en el Plan de San Luis.
Ante la ausencia de avances reales, Zapata desconoció la autoridad de Madero, al que tachó de traidor (noviembre de 1911). Lo mismo hizo Pascual Orozco: acusando a Madero de incumplir el Plan de San Luis, encabezó una sublevación en marzo de 1912. Pese a haber liderado también a los campesinos, Pancho Villa se mantuvo fiel al presidente. Pero el ingenuo Madero cometió el error de confiar a Victoriano Huerta, general del viejo ejército porfirista y uno de los personajes más siniestros de la historia mexicana, el mando de las tropas que debían sofocar la rebelión de Orozco.
Huerta acusó a Villa de insubordinación por no haber obedecido una orden suya y lo hizo comparecer ante un consejo de guerra, el cual decidió en quince minutos que debía ser fusilado. Algunas versiones aseguran que tal orden especificaba que Villa debía devolver a su legítimo propietario, un personaje local, un caballo pura sangre del que se había adueñado, mientras que otras hablan vagamente de una orden transmitida por telégrafo y que Villa negó haber recibido.
La intervención de Gustavo Adolfo Madero, hermano del presidente y miembro del estado mayor de Huerta, impidió que la sentencia se cumpliera, pero Villa fue internado en la prisión de la capital. Aprovechó la ocasión para aprender a leer y escribir y en noviembre de 1912 protagonizó una fuga sospechosa: por una parte, Huerta se mostraba cada vez más poderoso y, por otra, sectores opuestos a este general reclamaban una investigación sobre el consejo de guerra a Villa; en estas condiciones, nada podía ser menos conflictivo que la salida del escenario de Villa, el cual, sin ningún tipo de problemas, se refugió en la población estadounidense de El Paso.
Gobernador de Chihuahua
En aquel fuego cruzado entre reaccionarios Porfiristas y revolucionarios agraristas, el gobierno de Madero parecía destinado a sucumbir. Y cayó de la mano de un personaje de mezquina doblez: su hombre de confianza, el general Victoriano Huerta. En febrero de 1913, con la connivencia de Estados Unidos, Huerta depuso a Madero (al que mandó asesinar) y se hizo con el poder. Pancho Villa, que siempre había sido fiel a Madero, regresó en abril a territorio mexicano con cuatro acompañantes, tres caballos y un poco de azúcar, sal y café. Al cabo de un mes ya había reunido a tres mil hombres, con los que inició la lucha contra Victoriano Huerta; a lo largo de 1913 liberó el estado de Chihuahua, al que seguiría luego todo el norte del país.
En su zona, Villa llevó a la práctica dos de sus ambiciosos proyectos: la creación de escuelas (sólo en Chihuahua capital fundó más de cincuenta) y el establecimiento de colonias militares. Consideraba que "los ejércitos son los más grandes apoyos de la tiranía" y que los soldados debían trabajar en colonias agrícolas o industriales tres días a la semana ("sólo el trabajo duro produce buenos ciudadanos"); el resto del tiempo lo dedicarían a la instrucción militar propia y a instruir a su vez a los ciudadanos.
Pero esas primeras colonias no pudieron cuajar definitivamente porque la lucha continuaba. Y continuaba también en el estado de Chihuahua, donde el comercio languidecía por falta de dinero en circulación. Villa resolvió el problema rápidamente: emitió su propia moneda, con la única garantía de su firma. Nadie daba crédito a tal moneda hasta que Villa promulgó un decreto que castigaba con dos meses de cárcel a todo aquel que no la aceptara.
El comercio se reavivó, pero la plata y el papel moneda oficial seguían ocultos. Dos decretos consecutivos lograron hacer que afloraran los capitales. Por el primero, se condenaba a prisión a quien hiciera circular otra moneda que no fuera la villista; por el segundo, se fijó un día a partir del cual no se cambiaría más plata acuñada ni moneda mexicana. Como la posición de Villa se fortalecía en el terreno político y militar, el cambio se efectuó, su moneda fue aceptada y Villa pudo comprar suministros con la moneda oficial que había obtenido a cambio de la suya.
El distanciamiento entre Carranza y Villa se hizo especialmente visible cuando, en agosto de 1914, los constitucionalistas entraron en Ciudad de México y el general carrancista Álvaro Obregón taponó la entrada de villistas y zapatistas. Obregón, que intentó una aproximación entre Carranza y los villistas, fue hecho prisionero por Villa, que llegó a condenarlo a muerte para finalmente indultarle.
La ruptura con Carranza
Para limar las asperezas se convocó en octubre de 1914 la Convención de Aguascalientes, que no hizo sino poner de relieve las insalvables diferencias. Carranza y su brazo derecho, Álvaro Obregón, representaban el constitucionalismo moderado; Villa y Zapata, la revolución campesina y la exigencia de una inmediata distribución de tierras. La Convención de Aguascalientes tan sólo consolidó el acercamiento entre villistas y zapatistas; se adoptó un programa político claramente zapatista, aunque dio el predominio político y militar a Villa.
Ante la negativa de los líderes agraristas a disolver sus tropas y reconocer su autoridad, Carranza optó por retirarse a Veracruz y establecer allí su gobierno. En diciembre de 1914, habiendo dejado Carranza expedito el camino hacia la capital, Villa y Zapata entraron en Ciudad de México al mando de las tropas de la Convención, y confiaron la presidencia del gobierno revolucionario a Eulalio Gutiérrez y luego a Roque González Garza. Pero tampoco los intereses de Villa y Zapata podían concordar, y las fisuras se hicieron patentes; Zapata regresó al sur, y Carranza pudo tomar la iniciativa.
En enero de 1915, el general Álvaro Obregón ocupó la Altiplanicie Meridional mexicana y dirigió sus fuerzas contra Villa. El "perfumado", como llamaba Villa al hombre al que estuvo a punto de fusilar, deseaba plantear batalla en el centro del país. El "reaccionario, traidor y bandido", como llamaba Obregón a Villa, no quiso seguir los consejos de replegarse hacia el norte, hacia su base natural, donde podía reunir gran número de hombres y tener el terreno a su favor.
Villa confió excesivamente en las cualidades de sus "dorados" y de su División del Norte, y, entre abril y julio de 1915, fue finalmente derrotado en cuatro grandes batallas entre Celaya y Aguascalientes, batallas en las que llegaron a enfrentarse hasta cuarenta mil hombres de cada uno de los bandos contendientes. En la tercera, una granada villista hizo pedazos el brazo derecho del general Obregón. Recuperada la capital, Carranza instaló de nuevo en ella su gobierno.
De general a guerrillero
En julio de 1915, un derrotado Pancho Villa tuvo que retirarse hacia el norte, y su estrella empezó a declinar. Regresó a Chihuahua, pero ya no como general en jefe de un poderoso ejército, sino a la cabeza de un grupo que apenas contaba con mil hombres. En octubre de 1915, tras obtener el gobierno de Carranza el reconocimiento de los Estados Unidos, Villa decidió jugar una carta arriesgada: atacar intereses estadounidenses para mostrar que Carranza no controlaba el país y enemistarle con el presidente norteamericano, Woodrow Wilson. 
El 10 de enero de 1916 los villistas pararon un tren, hicieron bajar a los dieciocho viajeros extranjeros (quince de los cuales eran norteamericanos) y los fusilaron. Como el incidente sólo dio lugar a protestas diplomáticas, el 9 de marzo una partida al mando del propio Villa se presentó a las cuatro de la madrugada en la población estadounidense de Columbus, mató a tres soldados e hirió a otros siete, además de a cinco civiles, y saqueó e incendió varios establecimientos.
Esta vez sí se produjo la intervención, pero fue definida como "punitiva", y en teoría quedaba restringida a capturar a los rebeldes. Wilson envió un ejército bajo el mando del general Pershing al norte de México para acabar con Pancho Villa; pero el conocimiento del terreno y la cobertura que le daba la población campesina le permitiría sostenerse durante cuatro años, a medio camino entre la guerrilla y el bandolerismo. Aunque se produjeron enfrentamientos entre villistas y norteamericanos, y entre norteamericanos y constitucionalistas, la fuerza estadounidense se retiró de México en febrero de 1917 sin mayores consecuencias.
Tras el asesinato de Venustiano Carranza en 1920, el presidente interino Adolfo de la Huerta (junio-noviembre de 1920) le ofreció una amnistía y un rancho en Parral (Chihuahua), a cambio de cesar sus actividades y retirarse de la política. Villa depuso las armas y se retiró a la hacienda El Canutillo, el rancho que le había regalado el gobierno; allí, con casi ochocientas personas, todos ellos antiguos compañeros de armas, trató de formar una de sus soñadas colonias militares.
Durante tres años sufrió numerosos atentados de los que salió ileso. Sin embargo, cuando el 20 de julio de 1923 entraba en Parral con su coche acompañado de seis escoltas, fue tiroteado y muerto desde una casa en ruinas por un grupo de hombres al mando de Jesús Salas. El asesinato fue instigado por el entonces presidente Álvaro Obregón (1920-1924) y por su sucesor, Plutarco Elías Calles (1924-1928), temerosos del apoyo que Villa pudiera brindar a Adolfo de la Huerta, que aspiraba a suceder a Obregón en la presidencia.www.wikipedia.com

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