ORLANDO CHIRINOS



   ORLANDO CHIRINOS


   Orlando Chirinos nació el año 1944, en el estado Zulia, pero su niñez y adolescencia transcurrió en el estado Falcón, fundamentalmente en la sierra de Curimagua y en la ciudad de Punto Fijo, en la península de Paraguaná.
Llegó hace treinta años a Valencia. Este viaje literario lo emprendió con un paisaje prefigurado de lo que quería encontrar. En este sentido, el viaje fue para él, una metáfora del deseo; un deseo construido desde la carencia o desde la necesidad del afecto. 

El viaje tuvo de este modo, sentido: viajando se pudo reencontrar con lo que no conocía de sí mismo. Y entre los efectos producidos se topó con el romper, el trizar de la rutina, para dar espacio a la exploración. A una gramática del azar, de lo no totalmente previsible.



Conocer los datos geográficos de su nacimiento es necesario, pues nos permite comprender la materia de la que está hecha el metal de sus palabras.

Chirinos ha grabado en cada uno de sus libros “una atmósfera espiritual y anímica a través del lenguaje, del carácter de sus personajes, de la descripción de los ambientes y de la fuerza narrativa con la que emprende, incluso, el ejercicio lúdico y experimental”


  • Última luna en la piel, 1979; 
  • Oculta memoria del Ángel, 1985; 
  • En virtud de los favores recibidos, 1987 y 2000;
  • Adiós gente del sur, 1991; Mercurio y otros metales, 1997 y
  • Parte de guerra 1998, son algunos de sus trabajos. Libros con los que ha alcanzado el derecho a ser reconocido como un autor importante. De “peligrosa calidad”, al decir del escritor Luis Barrera Linares.

Aunque “no se escribe para ser reconocido, afirma; ni siquiera para ser conocido, si no para ser querido. Lo que me complace de la literatura es conseguirme con alguien que haya sido capaz de conmoverse por algo que uno ha escrito. Que haya sido capaz de ser tocado por una línea puesta en uno de mis libros. Me reconozco en ese lector que me hace sentir que lo que he escrito no ha sido en vano”.


-“Cuando realizo un viaje pienso en los avatares que me va a deparar ese viaje. La gente que voy a conocer, en qué circunstancia lo voy a realizar, cómo va a concluir el viaje, los sinsabores o las cosas gratas que me pueda deparar, pero dejando muchas cosas en manos del azar. De la misma manera la literatura también es un viaje hacia alguna parte. Es un gran descubrimiento. Pero un cuento, una novela, un poema reclaman su propio derrotero, su propia vida para hacer ese viaje.

Más allá está el misterio de la existencia, el misterio del texto, de la escritura, y el escritor actuando como un intermediario. Por eso desconfío de los escritores y de los poetas que se erigen como seres especiales. Yo trato de vivir desde otra perspectiva. Primero soy un ser humano con alguna capacidad para transferir lo que sucede o lo que imagino”.

Según sus propias palabras:

  • La literatura es lo más serio que hay en su vida -la ha perseguido siempre, leyendo o escribiendo-, pero, no se cree el cuento de ser escritor, a pesar de que la profesora de literatura Esther Fernández, a quien recuerda con gratitud, se lo afirmara. No se lo cree ni siquiera por algunos mensajes que ha estado recibiendo desde hace algún tiempo:
  • Premio I Bienal de Literatura Alfredo Armas Alfonzo (1982)
  • Premio del Concurso de Cuentos del diario El Nacional (1983),
  • Premio Municipal de Literatura(1984) y 
  • Mención en el Concurso de Cuentos Premio Juan Rulfo(1987).
-“No me lo creo, dice. Me resisto, tal vez porque alguna gente maneja un estereotipo con el que no concuerdo: el escritor, como ese ser de vida exquisita que, encerrado en una torre, otea la vida de los demás desde lejos. Por el contrario yo creo que un escritor se debe a la vida. El escritor es un intermediario entre el libro, el texto y los lectores, que debe estar asistido de una sensibilidad especial -eso sí-, para captar la atmósfera de su época, y con la formación suficiente que le permita transformar en literatura lo que se vive en esa atmósfera”.

-“Este es un tiempo propicio para que el escritor venezolano se impregne de su entorno y lo interprete. Pero lo que ocurre, es que estamos muy adentro, para hacer un análisis ponderado. Hay nombres en nuestra literatura que están produciendo cosas muy buenas: José Luis Palacios, Slavko Zupcic, Juan Carlos Méndez Guédez, Juan Carlos Chirinos, sólo por mencionar algunos. Quienes ya han comenzado a trazar los rasgos que caracterizan un movimiento”.


-“Son los rasgos que predominan en nuestra novísima literatura. Por ejemplo, la presencia de la ciudad. Con algunas añoranzas, todavía, por una forma de vida que hoy está en desventaja.  Otro rasgo característico es la violencia. Con una mirada precisa y audaz, los autores indagan en las nuevas formas del sometimiento de los habitantes de la ciudad, sus miedos, sus estados de ánimo”. 

Hoy, al parecer de manera paulatina, se vuelven a llenar los huecos que el goce de la literatura reclama sean llenados, no sólo para satisfacer afanes academicistas, sino para tener una visión total y completa de la realidad, a través del texto narrativo. Las influencias, en todo caso, siempre deseables y enriquecedoras, dice Orlando Chirinos, no deberán colocarse por encima de la voz del escritor.

Una cosa es reconocer influencias en nuestra escritura y otra muy distinta es dejarse invadir totalmente por ellas. Esta situación ha llevado a algunos de nuestros editores y críticos a desconfiar de la literatura producida en el país. Temen, no se arriesgan con nosotros, como sí lo hacen otros países latinoamericanos como México, Argentina y Colombia, que sí respaldan y apuestan por sus escritores”.  Orlando Chirinos cree que la riqueza de la literatura está no sólo en el trabajo de los autores consagrados, sino también en la creación anónima de aquellos que intentan cada día encontrar un espacio para manifestarse.

-“Venimos de un concurso de literatura en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo, en narrativa y en poesía. Yo estuve dentro del comité organizador, encargándome de todo lo relacionado con la publicidad, la conformación de los jurados, la revisión y clasificación de los textos. Con algunos inconvenientes que produjeron el retardo de la recepción, la discusión y la notificación pública del veredicto. Pero eso sí, con un dictamen dado con total transparencia, en el que resultaron ganadores Rafael Victorino Muñoz, en narrativa, y Dayana Alastre, en poesía. 

Pero nada es perfecto. Después de todo el trabajo, realizado con amor y entusiasmo, el decanato de la Facultad de Educación, que es la institución que otorga el premio, no dispone de los recursos para entregar el premio. Después de esto, a uno le queda el sentimiento de que la literatura es adorno. Pareciera que no hay forma de hacer entender que la literatura es un oficio respetable. La literatura no es ocio, ni vagancia”.


-“Mi tiempo literario está inscrito dentro de mi tiempo vital. A Mario Vargas Llosa, de quien discrepo ideológicamente pero a quien reconozco como un gran escritor, le oí decir en alguna ocasión, que a él la literatura le organizaba la vida. Yo digo que a mi me ocurre todo lo contrario: a mi la vida me organiza la literatura. En muchas ocasiones yo he decidido diferir planes de escritura de cuentos, de poemas, de novelas, en función de las cosas que vivo en ese momento.

Cuando yo estudiaba en la UCV, regresaba muy tarde en la noche a Valencia, en el último autobús. En ese recorrido yo leía mucho, de ida y de venida. Pero un día, me di cuenta de que me estaba perdiendo lo que ocurría a mi alrededor. Comprendí que el texto, por leer o por escribir, podía esperar por mí; siempre iba a estar ahí, a mi alcance, pero la vida no. Entonces preferí estar más atento de lo que ocurría en la vida”.

-“He decidido, entonces, estar atento de las cosas apremiantes de la vida. De realizar las que, por alguna circunstancia he pospuesto, como aprender a nadar, por ejemplo. Nado, metafóricamente, pero en las aguas de la literatura; en las de verdad, no. Me gustaría también viajar: a Grecia, a Bolivia, a Argentina, a México, a España.

-"La literatura, dice, es eso:.. un universo que pretende erigirse para competir con el universo de la realidad, un deseo de prolongarse, pero no por un deseo de fama, sino por el deseo que tiene el hombre de ir más allá de la realidad, de sobrevivir”.

En opinión de Rafael Alfonzo: "sus libros., mas que familiar, me resultan proyecciones de mi propio imaginario, de mi visión del mundo, de mi relación patológica con la realidad; por eso soy su adicto lector, de allí, mi admiración por su obra y más aún por su persona." Y puedo afirmar sin temor a equívoco, que Orlando es uno de los narradores fundamentales de este país.Fuentes: revista literaria ventana 1y Rafael Simón Hurtado.Periodista. Escritor.

               !HONOR, A QUIEN HONOR MERECE!


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